MASACRES

Juan Antonio Nemi Dib

Nadie en su juicio se atreve a regatear méritos a Pablo Picasso, considerado por la crítica como “grande entre los grandes” de la pintura universal. Al margen de su estilo complejo, del colorido cubista que inventó, de sus trazos irregulares y los perfiles distorsionados de sus personajes, Picasso dotó a su obra con mensajes de corte –a la vez— político y humanitario, impactantes para el público. Desde la mítica “Paloma de la Paz” hasta el dramático “Guernica”, el inventario de este malagueño posee un simbolismo que marca. Y no es para menos: Picasso era tan buen propagandista –de su obra, de sus posiciones políticas y de sí mismo— como pintor. Quizá el mejor ejemplo de esto sea su pintura “Masacre en Corea” realizada en 1951, según explica Amnistía Internacional, para describir la violencia contra los civiles en la Guerra de Corea, particularmente los “asesinatos de civiles cometidos por la fuerza Estadounidenses en Shinchun, provincia de Hwanghae”.

Al margen de consideraciones artísticas, ideológicas y de la eficaz publicidad militante –en el Partido Comunista Francés— de don Pablo, las evidencias históricas muestran que, en realidad, auspiciados por Stalin y después por Mao, fueron los norcoreanos quienes iniciaron las hostilidades contra Corea del Sur, específicamente el 25 de junio de 1950, lo que desde luego no justifica las atrocidades que también se cometieron desde el frente sureño patrocinado por EUA.

Este centenario conflicto empezó después de la derrota de China por parte de Japón, en abril de 1895, que obligó a los chinos a renunciar a su ambición de apoderarse del milenario –y entonces indiviso— reino peninsular coreano, rico en tradiciones e identidad, una de las civilizaciones más antiguas de la historia. Unos cuantos años después de que los nipones se impusieron en la guerra Ruso-Japonesa de 1905, por la fuerza de sus armas el Imperio del Sol Naciente se anexó el territorio coreano, unos 220 mil kilómetros2 de privilegiada ubicación en territorio continental de Asia, en medio de los mares Amarillo y de Japón.

Durante décadas Japón expolió los recursos coreanos, regaló tierras y explotaciones marítimas a sus ciudadanos y generó un notable empobrecimiento de los nativos, a los que además impuso a rajatabla los modelos culturales nipones, apoderándose no sólo de mercaderías sino de patrimonio artístico e histórico de incalculable valor. Luego de la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, en agosto de 1945 y según el espíritu de “áreas de influencia” que siguió a las conferencias de Yalta y Potsdam, los ejércitos de la Unión Soviética y de Estados Unidos prácticamente se dividieron el territorio de la península coreana –un 20% más de territorio para el norte comunista— a la altura del paralelo 38, dando pie a la creación, en 1948, de la República Popular Democrática de Corea (auspiciada por el bloque socialista de Stalin) y la República de Corea (la del sur, con el respaldo de EUA).

Desde entonces, Kim Il Sung dirigió con mano de hierro los destinos de Corea del Norte en calidad de Presidente y dirigente del Partido de los Trabajadores, convertido en “Presidente Eterno” luego de su muerte en 1994, sucediéndole su hijo Kim Jong Il. Corea del Sur no tuvo precisamente mejor suerte: Syngman Rhee, un presidente cercano a la dictadura, fue reelegido sistemáticamente hasta que una serie de revueltas juveniles lo obligaron a dimitir en 1960, sucediéndole Yun Poson, quien apenas en 1961 fue derrocado por un golpe de estado que encabezó el general Park Jeong Hee. Jeong Hee fue asesinado en 1979. En 1980 se instauró la ley marcial y, con ella, “una represión que causó miles de víctimas”.

La Guerra de Corea –el tema de la pintura de Picasso— terminó en 1953 luego del fallido intento de reunificación impulsado por el bloque comunista con una especie de empate que se formalizó con el “Armisticio de Panmunjong”, dejando las cosas en el estado en que se encontraban en 1950, luego de que la intervención directa del ejército y la armada de los EUA, la entrada de casi 400 mil soldados chinos hasta el paralelo 38 y algunos apoyos sutiles de la aviación soviética a los comunistas coreanos, estuvieron a punto de generar un nuevo conflicto bélico internacional de grandes proporciones. Tras ganar las elecciones, Kim Dae Jung, líder histórico de la oposición sudcoreana, se reunió con Kim Jong Il –heredero dinástico del régimen comunista norcoreano— y conversaron sobre la reunificación de ambas repúblicas; el mayor avance se dio cuando las delegaciones de ambos países desfilaron juntas en los Juegos Olímpicos de Sídney, pero no más que eso.

Al margen de los avatares políticos de ambas naciones, el contraste en lo económico no podría ser más evidente: el PIB de la Corea Capitalista es el 13° del mundo y los ingresos por habitante superan los 27 mil dólares anuales; el ingreso per cápita en la Corea Comunista es de apenas mil 100 dólares. Wikipedia dice que “Corea del Sur también se encuentra entre los países más avanzados tecnológicamente y mejor conectados digitalmente; es el tercer país con mayor número de usuarios de internet de banda ancha entre los países de la OCDE, y es uno de los líderes globales en producción de aparatos electrónicos, dispositivos semiconductores y teléfonos móviles. Corea del Sur también es muy avanzada y moderna en las infraestructuras y es líder mundial en la industria de la construcción naval, encabezada por compañías prominentes como Hyundai”.

A finales de los 90, Corea del Norte sufrió una hambruna atribuida a las malas decisiones políticas y administrativas que, según algunos analistas, mató a un millón de personas (otros triplican la cifra) y provocado diásporas de gente desesperada hacia China, en busca de alimento y un poco de estabilidad. En cambio, es considerada la nación “más aislada del planeta”, posee el 4° ejército más grande del mundo, con 1 millón 100 mil soldados y una “Guardia Popular” superior a los 3 millones. En 1994 Norcorea firmó un compromiso para congelar su programa de desarrollo nuclear basado en plutonio, en 2002 se descubrió que continuaba desarrollando armas de destrucción masiva; en 2003 anunció su retiro del Tratado de No Proliferación Nuclear y en 2006 probó una bomba; en ese mismo año inició sus experimentos con misiles. En 2008 se comprometió de nuevo a atajar su programa nuclear.

Pero otra vez tiene al mundo en vilo. Nuevas pruebas con misiles (uno de ellos, con presumible capacidad para cruzar el océano) y otro experimento atómico subterráneo reactivan la posición beligerante del país comunista que se dispone a tomar medidas de “defensa legítima” contra las sanciones que pudieran imponerle –incluso la ONU, han advertido—. Mientras tanto, Corea del Sur y Japón ven cómo crece su riesgo frente a un chantaje que, de continuar, podría concluir en catástrofe. El tema es de tal magnitud que hasta China y Rusia, aliados tradicionales de Norcorea, han consentido en sancionar al régimen de Pyongyang. Según Pablo Bustelo, las verdaderas razones de Norcorea son protestar por las recientes penalizaciones que le impusieron en abril, llamar la atención del Gobierno de EUA, que por ahora tiene otras prioridades y consolidar el liderazgo de Kim Jong Il (de quien se presume está enfermo y preparando su sucesión). Ojalá que el asunto no pase a mayores, que no ocurran nuevas masacres ni se necesiten más óleos para denunciarlas.

Postcriptum.- Felipe Hakim Simón ha festejado su 63° cumpleaños rodeado de un enorme cúmulo de amigos que prodigan afecto y reconocimiento a quien ha sido servidor público honorable y eficaz y ahora incursiona como periodista exitoso e innovador, con mucha cuerda y mucho qué aportar aún, al análisis de nuestra realidad y, en el futuro, nuevamente a la administración. Felicidades.

antonionemi@gmail.com

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